Público.es
Menos de diez años después de la quiebra de Lehman Brothers, ocurrida en septiembre de 2008, ya están reunidos los ingredientes de una nueva gran crisis.
Sin embargo, los gobiernos de las principales economías del planeta habían prometido restablecer una disciplina financiera que respetara el interés general y evitara nuevas crisis de efectos dolorosos para la población. A fin de defender este sistema capitalista que asqueaba a una mayoría de la opinión pública, multiplicaron la palabrería sobre medidas fuertes destinadas a reformar el sistema para darle un “rostro humano”, pero por supuesto sin que esto cambiara nada en absoluto en la práctica. En realidad, la política que los gobiernos y los dirigentes de los bancos centrales han llevado a cabo ha cuidado y favorecido a los intereses del gran capital, en particular los de las grandes sociedades financieras. Ninguna medida estricta ha obligado seriamente a los capitalistas a poner freno a la toma de riesgos, a reducir la especulación, a invertir en la producción.
Las crisis forman parte del metabolismo del sistema capitalista pero todas no son iguales. En el presente artículo, no se trata de recordar las causas generales de las crisis capitalistas. Se trata aquí de diagnosticar factores que conducen ciertamente a una nueva crisis de gran amplitud.
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A menudo, en víspera de una crisis financiera, todo parece ir bien. Algunas señales son por ejemplo completamente engañosas. El crecimiento económico parece alentador cuando en realidad está fundado en gran medida en una fiebre especulativa en ciertos sectores. Las quiebras son limitadas, los balances de las empresas parecen sólidos. Recordemos las notas triple A concedidas por las agencias de notación a la firma norteamericana Enron en 2000 antes de que la empresa quebrara, dando la señal de partida para la crisis de las punto-com de 2001-2002. Recordemos las notas triple A atribuidas a los productos estructurados ligados al mercado de las subprimes en 2006-2007. Recordemos las declaraciones tranquilizadoras de Alan Greenspan, director de la Reserva Federal de los Estados Unidos entre 1987 y 2006, en vísperas de la crisis de las subprimes. Afirmaba que los riesgos estaban tan bien diseminados en el sistema y tan bien cubiertos por los CDS (Credit Default Swap, especie de seguros contra los riesgos de impagos) que ninguna crisis estaba a la vista. El FMI, en su informe anual de 2007, pretendía que todo estaba tranquilo y que el crecimiento económico era sólido.
La situación en 2017 hace pensar en situaciones de precrisis en las que todo parece estar bajo control y durante las que los dirigentes políticos hacen declaraciones tranquilizadoras. La situación actual se parece de una cierta forma a lo que ocurrió en 1987. Se había conocido un alza fuerte de los mercados bursátiles y una subida importante de las obligaciones de empresas privadas (las obligaciones de empresas, corporate bonds en inglés, son títulos financieros emitidos por las empresas privadas para financiarse, son promesas futuras de reembolsos a cambio de fondos).
Hay sin duda una diferencia importante entre la situación actual y la de hace 30 años: algunos bancos centrales (el Banco de Japón, el BCE, el Banco de Inglaterra…) poseen una parte de las corporate bonds y es un elemento de estabilidad pues no corren el riesgo de vender catastróficamente en caso de comienzo de pánico en el mercado privado de obligaciones. La FED, por el contrario, no las ha comprado aún. El año pasado, viendo que el mercado de las corporate bonds corría el riesgo de implosionar en el futuro, su directora general anunció que la FED podría eventualmente ponerse a comprar pero no se ha tomado ninguna decisión hasta hoy. Ahora bien, es el mercado americano el más desarrollado y el que corre más riesgos.
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El Salto
En los siglos XI-XIV, los banqueros venecianos financiaban las cruzadas y prestaban dinero a los poderosos de Europa, pero de una manera más hábil que la Orden de los Templarios. En Venecia, se apoderaron de la cabeza del Estado dándole la forma de república. Financiaron la transformación de Venecia, ciudad-Estado, en un verdadero imperio que comprendía Chipre, Eubea (Negrepont) y Creta. Adoptaron una estrategia imparable para enriquecerse y garantizar el reembolso de sus créditos: ellos endeudaron al Estado veneciano con sus propios bancos. Ellos mismo definieron los términos de los préstamos, ya que eran propietarios de los bancos y dirigentes del país. El Estado veneciano devolvió hasta la última moneda de aquella deuda.
Por otro lado, estos banqueros tuvieron la idea de crear títulos de la deuda pública que podían circular de un banco a otro. Los mercados financieros comenzaban a ponerse en pie. Este tipo de préstamo es el precursor del sistema de endeudamiento de los países tal y como se conoce hoy. Siete siglos más tarde, los banqueros de Europa, igual que sus predecesores venecianos o genoveses, no tienen por qué sentirse inquietos ante los gobiernos actuales.
Los Estados actuales, y el protoestado de la Unión Europea, son quizás más complejos y sofisticados que las repúblicas de Venecia (o de Génova) de los siglos XIII al XVI, pero son con igual crudeza los órganos de ejercicio del poder de la clase dominante, el 1% opuesto al 99%. Mario Draghi, antiguo responsable de Goldman Sachs en Europa, dirige el Banco Central Europeo. Los banqueros privados han colocado a sus representantes o a sus aliados en puestos clave en los gobiernos y las administraciones.
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El Salto
Mario Draghi acaba de reconocer que los bancos centrales de los países miembros de la zona euro obtuvieron 7.800 millones de euros de beneficios gracias a los títulos griegos. Títulos que el BCE compró durante los años 2010-2012 en el marco del programa SMP (Securities Markets Programme). A esas ganancias se agregan otras sumas, de las que el presidente del BCE no habla: los beneficios realizados por esos mismos bancos centrales en el marco de las compras denominadas «ANFA» (Agreement on Net Financial Assets).
También hay que añadir lo conseguido por los 14 países de la zona euro que concedieron préstamos bilaterales a Grecia, en 2010, con unos tipos de interés abusivos de cerca del 5%. Por ejemplo, Alemania logró más de 1.300 millones de beneficios gracias a su préstamo bilateral a Grecia. Por su parte, Francia no se quedó atrás. Sería necesario contabilizar también las economías realizadas por los países dominantes de la zona euro en la refinanciación de sus deudas públicas: la crisis que golpeó a Grecia y a otros países de la periferia produjo una fuga de prestamistas, quienes privilegiaron a los países más ricos de la zona euro, que, por consiguiente, consiguieron una rebaja en el coste de sus deudas. En el caso de Alemania, entre 2010 y 2015, las economías llegarían a los 100.000 millones de euros. Finalmente, el BCE compró en el marco del Quantitative easing (QE) títulos soberanos alemanes por 400.000 millones de euros, la mayoría de las veces con un rendimiento nulo o negativo. El BCE compró también títulos soberanos franceses por un monto un poco inferior. Estas adquisiciones de títulos alemanes y franceses no le reditúan nada, mientras que los títulos griegos que posee con un valor diez veces inferior le aportaron 7.800 millones de euros de beneficio. Cualquiera puede responder a la pregunta de a quién beneficia esa política del BCE.
La mecánica es implacable: todas las veces que una parte de los beneficios del BCE obtenidos de los títulos griegos se transfirió a Atenas, ese dinero fue inmediatamente repartido entre los acreedores para pagar la deuda. Hay que terminar con ese saqueo. Los beneficios del BCE obtenidos a costa del pueblo griego deben ser devueltos a Grecia y utilizados, íntegramente, en gastos sociales para remediar los dramáticos efectos de las políticas dictadas por la Troika y lograr el relanzamiento del empleo. La deuda reclamada a Grecia debe ser anulada ya que es ilegítima, odiosa, ilegal e insostenible. Es lo que demostró la Comisión para la verdad sobre la deuda griega instaurada por la presidenta del Parlamento griego en 2015. El memorando en curso debe ser derogado.
Autor: Comite para la anulacion de la Deuda del Tercer Mundo y Eric Toussaint
Entrevista a Eric Toussaint publicada por el Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM)
” … los municipios del cambio con una situación más manejable es fundamental que ayuden a los más débiles en el mismo frente. Un frente que avance demandas hacia el Gobierno y los bancos, que dialogue con la ciudadanía, que incentive las auditorías con participación ciudadana. Hablo de los municipios del cambio, pero también es imaginable que municipios no del cambio, pero con una deuda importante, quieran juntarse, porque son muchos los afectados de manera muy fuerte por el sobreendeudamiento. ” Seguir leyendo…
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Debido a la capitulación del Gobierno griego en julio de 2015 frente a los acreedores y a las instituciones europeas, vemos la necesidad de avanzar en la elaboración de un plan B para Europa. Para resolver los problemas de una sociedad hay que romper con las políticas neoliberales que se fueron aplicando durante décadas, y para ello es imprescindible poner en marcha, al mismo tiempo, medidas de orden fiscal —que no sean solo para imponer a los ricos un máximo de impuestos que revierta a las cajas del Estado, sino también para reducir drásticamente las tasas y los impuestos injustos que afectan a la mayoría de la población—; medidas con respecto a la deuda, a los bancos, a la utilización de monedas complementarias —sobre todo si se está en la zona euro, pero también en otros casos— y también abolir una serie de medidas injustas de austeridad. Además, se debe lanzar un proceso constituyente que tenga el respaldo de la participación activa de ciudadanas y ciudadanos.
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CADTM
El 5 de julio de 2015, el resultado del referéndum convocado por el gobierno de Alexis Tsipras y el Parlamento heleno demostró que el pueblo griego rechazaba masivamente la continuación de la austeridad que continúan queriendo imponer las instituciones que antes actuaban bajo el nombre de Troika . Fue una hermosa victoria de la democracia.
Sin embargo, si se pusiera en práctica el acuerdo concluido el lunes 13 de julio por la mañana, significaría la prosecución de la austeridad en el marco de un nuevo acuerdo plurianual. Y eso está en total contradicción con el resultado del referéndum. Seguir leyendo…
Público.es
El politólogo belga Éric Toussaint reconoce en la presentación de ‘Bancocracia’, un libro que habla sobre la necesidad de socializar el sector bancario, que le gustaría participar en la auditoría pública de la deuda que promete Podemos en caso de llegar al poder
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Autor: Eric Toussaint y Antonio Sanabria Martin
Articulo publicado en el nº 28 del Boletín Ecosocial de la FUHEM (septiembre-noviembre) de 2014.
La actual crisis ha puesto en evidencia las graves carencias y contradicciones de la Unión Europea (UE). Es por ello que a nuestro parecer sus causas hay que buscarlas más allá de la coyuntura económica a partir de 2007, sino en su propia configuración como proyecto neoliberal. Las grietas abiertas en la UE no son solo el resultado ante los estragos de una crisis, sino también consecuencia de las respuestas para enfrentarla. Una respuesta que, como veremos, resulta carente de argumentos democráticos que la legitimen. Seguir leyendo…
CADTM
Publicamos aquí la segunda parte de la larga entrevista realizada por Anthony Legrand a Éric Toussaint el 11 de julio de 2014. La entrevista permite abordar de qué manera una organización como el CADTM percibe su acción en el marco de las relaciones Norte/Sur.
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CADTM
Estados Unidos procedió a la anulación de la deuda de algunos de sus aliados. La operación más evidente en ese sentido fue el tratamiento de la deuda alemana, regulada por el Acuerdo de Londres de 1953. Para asegurar el relanzamiento de la economía de la Alemania occidental y que constituyera un elemento estable y central del bloque atlántico, los aliados acreedores, con Estados Unidos a la cabeza, hicieron concesiones muy importantes a las autoridades y a las empresas alemanas endeudadas, que iban mucho más allá de una reducción de la deuda. Comparar el tratamiento acordado a la Alemania occidental de la postguerra con el dado a los países en desarrollo y a Grecia actualmente es edificante.
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