dic 19, 2018 0
Agadez, la última frontera de la Europa Fortaleza
Este martes es el Día Internacional del Migrante, efeméride declarada por la Asamblea de la ONU en 1999 con el objetivo de reconocer la gran contribución, a menudo ignorada, que millones de emigrantes hacen a la economía y al desarrollo social y cultural de los países en todo el mundo. Pero no sólo se ignoran los beneficios y sobre todo los derechos de las personas migrantes, sino que estamos asistiendo en los últimos años a un peligroso proceso de criminalización de la migración y del propio migrante como sujeto de derecho.
Celebrar el Día del Migrante cobra especial relevancia ante la fallida cumbre migratoria de Marrakech, que a pesar de ratificar el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular de la ONU, nace herido de muerte. No sólo por ser un acuerdo jurídicamente no vinculante sino, sobre todo, por las resistencias que ha generado entre países especialmente relevantes como Australia, Chile, Italia, Israel, hasta seis países centroeuropeos y los Estados Unidos, que se opuso desde el principio.
Un pacto mundial para las migraciones que llega en un momento político en el que las instituciones y gobiernos europeos están respondiendo a uno de los mayores retos a los que se ha enfrentado la UE en los últimos tiempos con una combinación inédita de neoliberalismo y xenofobia, un fortalecimiento de todas las políticas securitarias y de externalización de fronteras.
Porque la criminalización de la población migrante no es sólo producto de una extrema derecha en auge o de unos cuantos políticos irresponsables, sino que es la consecuencia de una política institucional, de guante blanco, consciente y planificada, que persigue una degradación de la protección jurídica y social del migrante.
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