oct 9, 2020
Sobre cómo enseñar y aprender economía
Entrada del blog Pedaleando el 8 de octubre de 2020
La forma convencional de enseñanza
Recuerdo la primera vez que me enseñaron la teoría poblacional de Malthus. Yo era un joven distraído, particularmente en las clases de geografía e historia de la E.G.B., pero creo recordar que me dijeron algo así: se trata de una teoría demográfica, desarrollada por el británico Thomas Robert Malthus (1766-1834) durante la revolución industrial. Según dicha teoría, el ritmo de crecimiento de la población responde a una progresión geométrica, mientras que el ritmo de aumento de los alimentos lo hace en progresión aritmética. Así las cosas, las recomendaciones en clave de política se concretaban en llevar a cabo controles de natalidad; los cuales, devendrían fundamentales para evitar problemas de aumento de la pobreza. Que duda cabe que cuando aprendí las sucesiones y progresiones, más adelante en las clases de matemáticas, esta idea maltusiana tuvo una mayor penetración y asimilamiento en mi cabeza.
Lo verdaderamente curioso del tema es que aunque se cite el momento histórico de la teorización maltusiana, esta teoría se nos presenta como una teoría ahistórica, neutral y técnica. Eso sí, según me contaron, refutada con el paso del tiempo por la prueba de los hechos al no haber tenido en cuenta, Malthus, el progreso técnico aplicado a la industria alimentaria. Esto tiene sentido si profundizamos en cómo esta teoría se consolida. Es decir, la primera edición del “Ensayo sobre el principio de población (1798)”, tenía el aire de un panfleto político vivo y provocador; sin embargo, en las ediciones subsiguientes creció hasta convertirse en un volumen pesado y erudito, lleno de referencias empíricas y matizaciones a la tesis central (Roncaglia, 2006:218).
He de decir que a lo largo de mis cuatro años (1997-2001) del estudio de la Licenciatura de Economía en la Universidad, ningún profesor/a supo o quiso explicarme una versión alternativa a esta interesante y polémica teoría.
Una forma alternativa de enseñanza
La primera versión alternativa que leí y estudié sobre la teoría poblacional de Malthus se produce cuando me toca dar la asignatura de Historia de las Ideas y Análisis Económico para la Licenciatura de Economía en 2011 (en plena transición del plan de estudios). Como bibliografía principal utilicé el manual de Alessandro Roncaglia de 2006, “La riqueza de las ideas: una historia del pensamiento económico”. Pues bien, para poder entender en profundidad el principio poblacional de Malthus, debemos preguntarnos dos cosas: por el contexto histórico y por el autor.
En relación al contexto histórico, debemos situarnos en el estudio de los aires de cambio y revolución que llegaban a Gran Bretaña en los años inmediatamente posteriores a la Revolución francesa. Esto dio lugar a dos posiciones: por una parte, una respuesta receptiva entre diversos intelectuales; pero, por otra parte surge una reacción conservadora.
Pocos intelectuales de la sociedad británica del momento mantuvieron una posición favorable ante la Revolución. Junto con Thomas Paine, encontramos a William Godwin (1756-1836). Autor de «Enquiry concerning political justice» donde defendió la producción a pequeña escala y la descentralización social, junto con una drástica redistribución de la renta a favor de los estratos más necesitados de la población. Como Condorcet, Godwin era un defensor de la abolición o modificación de aquellas instituciones, tanto políticas como sociales, que obstruían el desarrollo económico y el desarrollo de la razón humana. Su influencia en los «socialistas ricardianos», el movimiento cooperativo y los owenitas fue bastante significativo (Roncaglia, 2006: 217-218).
Sobre el autor: Thomas Robert Malthus (1766-1834) estudió en el Jesus College de Cambridge entre 1784 y 1788, al graduarse fue nombrado ministro de la Iglesia anglicana. Se casó en 1804 y tuvo tres hijos. En 1805 se convirtió en profesor de historia y economía política en el East India College. Posiblemente me pierda en los juicios de valor, pero hablamos de un autor bien asentado económica y socialmente vinculado estrechamente a las estructuras de poder. Por ende, su obra más famosa, el mencionado “Ensayo sobre el principio de población (1798)”, no puede ser entendido de otra manera más que como una reacción conservadora a las opiniones sostenidas por los radicales ingleses de la época y anunciadas por Godwin.
La tesis de Malthus se resume, sencillamente, en la idea de que el crecimiento de la población está necesariamente limitado por la disponibilidad de medios de subsistencia. Es decir, cuando el crecimiento de la población supera la disponibilidad de recursos se genera una situación de desequilibrio consistente en un aumento del precio de los alimentos y una reducción de los salarios reales. A medida que se desarrolla el proceso, la menor disponibilidad de alimentos per cápita empeora el nivel material de vida de los trabajadores, lo cual, reduce la tasa de crecimiento de la población a medida que aumenta la tasa de mortalidad o disminuye la tasa de natalidad, resultando —ambos efectos— en una pobreza cada vez más extendida.
En resumen, el tratado científico de Malthus no es un simple principio poblacional consistente en demostrar empíricamente si la población crece a un ritmo superior al de la producción agrícola; antes al contrario, la implicación deviene fundamental para este momento histórico puesto que defiende la posición reaccionaria de no perseguir objetivos de cambio —incluso de cambio radical— en las instituciones políticas. Tristemente, nos cuenta Roncaglia, la influencia del opúsculo de Malthus fue muy superior al de la literatura anterior sobre el tema.
Como reflexión final, cierro con el siguiente interrogante ¿las teorías económicas actuales se formulan en el trasfondo de un juego de intereses ideológicos, políticos y/o a menudo morales o son completamente neutrales y ahistóricas?
Referencias
Chang, H. J. (2015). Economía para el 99% de la población. Debate.
Roncaglia, A. (2006). La riqueza de las ideas: una historia del pensamiento económico. Zaragoza.
Últimos comentarios